Visita al Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH)
17 diciembre, 2009 Deja un comentario
Taller “Conocer Sevilla”,
Distrito Sur
Visita al Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH)
Fecha visita: 16-12-2009-12-17
A la entrada una azafata del centro nos explica sobre una maqueta la historia de las instalaciones y a continuación nos guia por las distintas salas: biblioteca, Sala de Documentación, Sala de diagnostico (dónde se fotografian y radiografian las obras que se reciben para restaurar), Sala de escultura, Sala de pintura, y Sala de tejidos. En la Sala de escultura se estaban restaurando las obras del retablo Mayor de la Iglesia de Santa Ana de Sevilla, y un Cristo de Antequera. En la de pintura limpiaban y restauraban las tablas del mismo retablo Mayor de Santa Ana, y en la de tejidos varios estandartes y pendones de distintos ayuntamientos andaluces.
El Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH) es,
desde el 26 de junio de 2007, una agencia pública dependiente de la Consejería
de Cultura de la Junta de Andalucía.
Su transformación responde a la apuesta del Gobierno andaluz
por una institución que se ha consolidado como referente internacional en el
ámbito del patrimonio cultural y que precisaba de una reorganización más flexible
y actual.
El IAPH mantiene como objetivos esenciales la investigación,
innovación, desarrollo y transferencia.
La sede Monasterio de la Cartuja
Ubicado en el corazón de la Isla
de la Cartuja, a orillas del Guadalquivir a su paso por la ciudad de Sevilla,
el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico dispone de una extraordinaria
sede surgida del esfuerzo realizado por la administración andaluza en el
antiguo monasterio de La Cartuja de Santa María de las Cuevas para la
Exposición Universal de 1992. Completamente restaurado y rehabilitado en sus
edificaciones, jardines y huertas, que ocupan un área de 12 hectáreas con más
de 35.000 metros cuadrados edificados, La Cartuja es hoy un espacio de arte y
cultura, sede de instituciones tan relevantes como la Universidad Internacional
de Andalucía, el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo y el Instituto Andaluz
del Patrimonio Histórico.
Espacios Patrimoniales: El monasterio, fundado a finales del siglo
XIV, fue utilizado como cuartel durante la ocupación francesa y convertido en
fábrica de loza y porcelana en 1841, tras la desamortización de Mendizábal, por
el empresario inglés Charles Pickman. Los hornos y las chimeneas que surgieron
entre claustros y campanarios comenzaron a transformar un paisaje de contemplación
y silencio por otro de fabril actividad. Las antiguas edificaciones del
claustro de legos, con sus celdas y huertas, conformaban un recinto bien
definido junto a la zona de almacenes, molinos, graneros y caballerizas, que
fueron precisamente las primeras que se adaptaron a las necesidades de la
fábrica.
Tras un largo proceso de rehabilitación, la que se conocía como «zona
fabril», que fue anteriormente clausura de legos del antiguo monasterio,
marcada por su fisonomía de fábrica y por la escasez de construcciones
religiosas, acogió en 1990, provisionalmente, y desde 1992, de forma
definitiva, el entonces nuevo Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico.
La rehabilitación incompleta: Desde las
primeras adaptaciones realizadas por Pickman en las construcciones conventuales
para implantar los sistemas de producción de la cerámica decorada hasta las
surgidas en las últimas décadas con la completa mecanización de los procesos,
el conglomerado de edificios antiguos y nuevos, todos ellos transformados por una
dinámica de producción cada vez más industrializada, terminó por engullir
cualquier posibilidad de interpretación de las trazas originales del
monasterio. Vázquez Consuegra encontró la formula apropiada, nada
inmediata ni sencilla, para acomodar las peculiares necesidades funcionales del
Instituto a la identidad histórica del sector en una acertada simbiosis entre
estructuras antiguas y formas nuevas, tecnología constructiva actual y viejos
materiales reutilizados, una síntesis equilibrada de modernidad y tradición en
la que cada parte desarrolla un papel complementario del resto y sólo puede ser
entendida desde la comprensión integral del conjunto. El
desigual valor y estado de conservación de las construcciones permitió una
operación selectiva de superposición de estructuras heredadas y nuevas más allá
del interés de las piezas consideradas aisladamente. De los edificios
originales, la que fue zona de almacenes ubicada en el lado de poniente se
conservó sin grandes modificaciones así como los muros del que fue granero
grande del monasterio. A la vez se recuperaba la fisonomía de una parte del
«claustro de legos» gracias a la reposición parcial de su deambulatorio con
muros y columnas rescatados de entre las naves y albercas de decantación de la
fábrica y de los restos de las celdas de legos. El proceso de
rehabilitación se desarrolló en dos fases bien diferenciadas. La primera
corresponde a la investigación arqueológica y a la valoración de las
preexistencias que permitieron decidir sobre las partes a demoler y conservar.
Una vez establecido el destino definitivo del área y el programa de usos del
Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, las obras se acometieron en
distintas etapas con una decidida interpretación del sentido último de la
intervención que el arquitecto definió: «Aceptamos como base de partida la
consideración del sector como agregación de piezas de distinta entidad y
naturaleza, como una estructura compleja definida por su condición acumulativa
y fragmentaria, producida tanto por el indiscriminado crecimiento de las
instalaciones fabriles como por el resultado masivo de las demoliciones
realizadas antes de nuestra intervención, que afirmaría esta condición
episódica y discontinua, buscando construir adecuadamente sus bordes, añadiendo
nuevas edificaciones a las existentes controlando sus relaciones, escalas y
proporciones, completando fragmentos, abriendo nuevos espacios, manteniendo, en
fin, la extraordinaria cualidad urbana (con los claustros, callejones y
adarves) del edificio anfitrión».
Sede del Centro de Arqueología Subacuática
El emblemático edificio del
Balneario de Nuestra Señora de la Palma y el Real acoge en Cádiz al Centro de
Arqueología Subacuática del IAPH desde el año 1998. El edificio, construido en
la década de los veinte, se caracteriza por su ubicación sobre la playa de La
Caleta y por sus largas galerías laterales que parecen abrazar el mar. Su uso
como balneario fue abriéndose a otros fines en función del progresivo abandono
de la utilización de este tipo de instalaciones. Entre 1936 y 1943 alojó una
Escuela de Flechas Navales y desde 1957 alternó los servicios de baños con usos
hosteleros, convirtiéndose en salón de celebraciones durante muchos años. El
progresivo deterioro de la estructura del inmueble debido a la baja calidad del
hormigón llevó a su abandono en 1975, quedando el Balneario en gran parte
derruido con la consecuente aceleración de su degradación. Tal situación desató
la polémica en torno a la conveniencia de recuperarlo o derribarlo
definitivamente, asunto que quedó zanjado con la declaración como Bien de
Interés Cultural (BIC) en el año 1990 por la Consejería de Cultura de la Junta
de Andalucía. Iniciados los trámites para su rehabilitación se barajaron varias
posibilidades, decidiéndose finalmente el uso administrativo y convirtiéndose
desde entonces en sede del Centro de Arqueología Subacuática del Instituto
Andaluz del Patrimonio Histórico. Con esa idea la Consejería de Cultura encargó
al Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH) la elaboración, junto a
Costantino Meucci, químico del Istituto Centrale del Restauro Italiano, de un
programa de uso para el mismo. En 1998, tras la asignación del uso y gestión
del edificio al Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, se inauguró el
Centro de Arqueología Subacuática, un centro que reproduce a menor escala la
filosofía del IAPH sobre un patrimonio arqueológico extraordinariamente valioso
y poco conocido en Andalucía.