JUAN DE ROELAS

JUAN DE ROELAS (1570-1625)

Museo de Bellas Artes, Sevilla                      

La exposición está conformada por 37 piezas, pr ocedentes no sólo de Sevilla sino también de museos, instituciones e iglesias de otros puntos de Andalucía y España

La consejera de Cultura, Rosa Torres, presentó ayer en el Museo de Bellas Artes de Sevilla la exposición monográfica dedicada a Juan de Roelas (hacia 1570-1625), que reúne una selección de las más significativas obras de su escasa producción. Se trata de la primera muestra organizada sobre la trayectoria de este artista, desde los primeros años de su producción hasta sus últimas obras conocidas, lo que va a permitir mostrar su importancia en la introducción del gusto barroco en Sevilla.  

La exposición, que estará abierta al público desde el 26 de noviembre al 15 de febrero, tiene como comisarios a Enrique Valdivieso, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla, y a Ignacio Cano, conservador y jefe del Departamento de Difusión del Museo de Belllas Artes de Sevilla. La muestra es además una producción propia de la pinacoteca sevillana.  

El objetivo de la muestra es así dar a conocer al gran público la obra de uno de los maestros imprescindibles de la pintura andaluza, aunque ensombrecido por las grandes figuras de Murillo, Zurbarán, Valdés Leal o Velázquez.  

Cabe destacar así la exhibición de lienzos como ‘La Resurrección de Santa Leocadia’ del Hospital del Niño Jesús de Madrid, ‘Alegoría de la Inmaculada Concepción’ del Museo Nacional de Escultura de Valladolid o ‘La venida del Espíritu Santo’ del propio Bellas Artes de Sevilla. 

Además, la muestra incluye el óleo ‘Virgen con el Niño’, del Real Alcázar de Sevilla (Patrimonio Nacional), que es la primera vez que se expone al público. También es posible contemplar una serie de obras inéditas hasta el momento (recientemente atribuida su autoría a Roelas): la serie de seis santas inglesas (Santa Margarita, Santa Helena, Santa Edith, Santa Walburga, Santa Milburga y Santa Edilberga) de la Iglesia de San Miguel y San Julián de Valladolid; ‘Virgen con Niño y Santos’ de la Catedral de Canarias; ‘San Juan y Dolorosa’ de la Hermandad de la Vera Cruz, Parroquia de la O, Sanlúcar de Barrameda y, por último, ‘Martirio de San Serapio’, del Museo de Bellas Artes de Sevilla. 

Cuatro sedes para la exposición

En diversas iglesias de Sevilla se conservan grandes cuadros de altar realizados por Roelas no susceptibles de su traslado al museo por sus dimensiones y su disposición en sus ubicaciones originales, formando parte de retablos. Por ello estas obras se van a mostrar en el lugar donde están situados desde su creación:

 

Retablo de la Iglesia de la Anunciación, El lienzo principal del retablo es la Circuncisión, de grandes dimensiones (5,75 x 3,35 metros), atribuido a Juan de Roelas. En 1604 consta que se estaba realizando esta pintura, que posee un profundo contenido iconográfico que sobrepasa la escena de la Circuncisión, para convertirse en una exaltación de la grandeza de la orden jesuítica.

La escena se desarrolla en tres planos. En el inferior aparecen arrodillados San Ignacio de Loyola (a la derecha) y San Ignacio de Antioquía (a la izquierda). El primero justifica su presencia por ser fundador de la Compañía de Jesús, orden a la que pertenecía la iglesia; el segundo por ser el portador del nombre que más tarde sería el del glorioso Ignacio de Loyola y por haber pronunciado el nombre de Jesús en el momento de su muerte en martirio. Ambos llevan el anagrama de Jesús inscrito en sus pechos, figurando junto a San Ignacio de Antioquía un león, símbolo de su martirio, y una tiara episcopal.

En el segundo plano se desarrolla el momento de la Circuncisión, describiéndose el momento en que San José entre el Niño a la Virgen para que le sostenga durante la ceremonia. Al fondo a la izquierda, y emergiendo de la penumbra ambiental, aparece el sacerdote con un cuchillo, y junto a él un acólito con un plato. Según la versión que los jesuitas daban a este tema, sería el propio San José quien realizaría la circuncisión, mientras que la Virgen sostendría al Niño. La pintura central del retablo, atribuida a Juan de Roelas, en la que se escenifica la Circuncisión de Cristo. Adviértase los tres planos del cuadro; en el inferior, a la derecha, aparece San Ignacio de Loyola, que era el fundador de la orden jesuíta que levantó el templo. En el central, fíjese en el sacerdote con el cuchillo en la penumbra. En el plano superior, en un rompimiento de gloria, aparece el anagrama del nombre de Jesús, representado como un sol. De esta forma se vincula alegóricamente la ceremonia de la Circuncisión con la imposición del nombre de Jesús al Niño, y al mismo tiempo se exalta el anagrama que reúne la frase "Iesus Hominum Salvator", que es el emblema de la Compañía de Jesús. En la Adoración de los Pastores, situada a la derecha del primer cuerpo del retablo, Roelas centra la composición en el Niño sonriente y desnudo sobre los pañales y proyectando una aureola de luz hacia los personajes. Precisamente la desnudez del Niño motivó un comentario del también pintor Francisco Pacheco, contemporáneo a Roelas, que ha servido como referencia fundamental para atribuir esta pintura al artista, independientemente de que su estilo le pertenece. Pacheco llevado de su puritanismo ideológico, censuró por escrito en su "Arte de la Pintura" la excesiva desnudez del Niño, acusando a Roelas de falta de decoro al tratar el tema. Resulto curioso advertir que un seglar como Pacheco, condicionado por la estrechez de su pensamiento religioso, llegase a ser censor de un clérigo como Roelas, hombre sin duda más abierto y humanista que su intransigente colega. No en vano Pacheco fue censor de pinturas de la Inquisición. En los laterales del ático del retablo figuran dos pinturas que representan a San Juan Bautista y San Juan Evangelista, realizadas en sustitución de San Pedro y San Pablo que originalmente figuraban en el contrato del retablo (para ellos se hicieron dos esculturas en los extremos del ático). Ambas pinturas han venido atribuyéndose a Alonso Cano, Herrera el Viejo y Pablo Legot, sin ningún fundamento, ya que presentan de forma clara el estilo de RoelasEl conjunto de obras de Roelas en este retablo se completa con la pintura del Niño Jesús en la puerta del Sagrario o tabernáculo del altar, hecho en 1606. En esta obra del artista recrea un prototipo característico de su producción, al describir al Niño de facciones amplias y expresión inocente, que constituye un claro precedente de las representaciones infantiles de Murillo. Esta pintura posee además un interesante contenido iconográfico, pues en ella el Niño anticipa su papel de Cristo resucitado, al apoyar uno de sus pies sobre una calavera, símbolo de su triunfo sobre la muerte, y lleva en sus manos la cruz con banderola, que es el estandarte de la resurrección.

 Retablo de la Parroquia de San Isidoro El retablo mayor es un gran lienzo representando el Tránsito de San Isidoro, que fue concertado con el pintor Juan de Roelas en 1613. Presenta un ancho marco barroco articulado por medio de estípites, decorado con escenas de la vida del Santo y rematado con un relieve de Dios Padre entre ángeles, siendo obra del escultor Felipe del Castillo, quien lo contrató en 1752. En el banco se sitúan las esculturas de San Pedro y San Pablo y un sagrario de plata, rodeado por columnas con capiteles corintios, y con la representación de la Ultima Cena sobre la puerta. Presenta las marcas García -contraste-, Garay -autor- y el escudo de Sevilla, pudiendo fecharse a comienzos del siglo XIX. La bóveda de la capilla mayor aparece pintada con arquitecturas fingidas, enmarcando las figuras de San Fernando y San Hermenegildo, entre las cuales se sitúa un grupo de ángeles. Cronológicamente corresponden al segundo tercio del siglo XVIII y parecen próximas al estilo de Juan de Espinal.

 

y Retablo de la Capilla de Santiago de la Catedral de Sevilla. En frente principal de la capilla esta ocupado por un retablo-marco realizado por Bernardo Simon de Pineda en 1663. En el se alberga una pintura de grandes dimensiones ejecutada por Juan de Roelas en 1609, que representa a Santiago en al Batalla de Clavijo.

La composición de esta obra, movida y aparatosa, presenta al Apóstol cabalgando sobre su caballo blanco en el momento de abalanzarse sobre un tropel de aterrados musulmanes.

Este hecho constituye una nueva manera de presentar y difundir la obra de una artista, poniendo en relación las pinturas mediante un recorrido que comenzaría en el Museo de Bellas Artes (sala de exposiciones temporales y sala V donde se exponen las obras de gran tamaño que habitualmente se exhiben allí) y que continuaría por cada una de las iglesias mencionadas. Las obras de las iglesias se van a destacar mediante la señalización en el exterior e interior para facilitar su visita.  

Restauración de obras

Con motivo de la celebración de la exposición, la Consejería de Cultura ha dedicado un importante esfuerzo a la restauración de las obras de Roelas. Las pinturas intervenidas han sido las siguientes: ‘La Gloria’ (Catedral de Sevilla); el conjunto de santas inglesas de la Iglesia parroquial de San Miguel y San Julián de Valladolid (Santa Margarita, Santa Helena, Santa Edith, Santa Walburga, Santa Milburga, Santa Edilberga); ‘San Juan y la Dolorosa’, perteneciente a la Hermandad de la Ver Cruz, Iglesia de la O, Sanlúcar de Barrameda, y, por último, ‘Martirio de San Serapio’, del Museo de Bellas Artes de Sevilla.  

Naturalismo barroco

La exposición presenta a Juan de Roelas como un pintor clave en la evolución de la historia de la pintura sevillana, sobre todo en los años previos a la aparición de los maestros Zurbarán, Cano, Herrera, Castillo, Murillo y Valdés Leal.  

Estos dos últimos artistas en particular se forman en los modos de hacer de Roelas, tanto desde el punto de vista iconográfico y compositivo como técnico, y, sobre todo, reciben como influencia fundamental ese modo de asimilar el naturalismo barroco que eclosionará con Murillo y que será una de las constantes de la pintura barroca sevillana. 

Roelas aporta a la pintura sevillana de los primeros años del siglo XVII modos expresivos y técnicos de raigambre veneciana, lo que ha llevado a la crítica artística a asegurar que su periodo de formación transcurrió en Venecia, cerca el taller de Tiziano o de Veronés.  

Y aunque esta idea no se ha podido probar documentalmente, es cierto que su pintura resulta italianizante en sus composiciones abigarradas y teatrales, en la riqueza y calidez de las gamas cromáticas de sus lienzos, en el empleo de una pincelada amplia y valiente que le lleva al menosprecio del dibujo o, incluso, en el insólito tamaño de sus cuadros.  

Su producción alcanza cotas de calidad y perfección solamente igualadas por la genialidad de los maestros que surgen después en el panorama andaluz, a finales del primer y segundo tercio del siglo XVII. Su técnica apuesta por el color frente al otro pintor fundamental del paso del XVI al XVII como fue Francisco Pacheco, y no sólo será pionero en la técnica sino también en la iconografía.  

Fuente: Junta de Andalucía

 

Pocos datos se conocen de la vida de este artista. Según publicación reciente de Mª Antonia Fernández del Hoyo, Juan de Roelas no era natural de Sevilla, sino de origen flamenco. Argumenta la profesora Fernández del Hoyo esta idea con la aportación de dos escritos notariales fechados en el año 1594. En ellos se habla de la presencia en Valladolid desde 1594 (se decía tradicionalmente que estuvo en esta ciudad entre 1598 y 1602) de un pintor flamenco llamado Juan de Roelas. En la primera escritura Juan y su padre Jacques, flamencos, se comprometen a devolver un préstamo de 300 reales. La segunda escritura se refiere al alquiler de una casa que tomaron en la vallisoletana calle de los Baños. De esto se deduce que Juan de Roelas, flamenco de nacimiento y no sevillano, fue hijo de un pintor de la misma nacionalidad. Hasta ahora probablemente se venía confundiendo al pintor, con el canónigo carmelita sevillano y contemporáneo, fray Juan de Roelas.

Vida

Se sabe que en el año 1598 estuvo trabajando en Valladolid en los actos conmemorativos de la muerte de Felipe II, colaborando en la traza de su monumento funerario. Allí permaneció hasta 1604, cuando obtuvo una prebenda o favor del Conde-Duque de Olivares, que le protegió. En el pueblo de Olivares, cercano a Sevilla, Roelas realizó varios cuadros de grandes dimensiones para adornar altares: en 1606 pintó la Circuncisión, también el Martirio de San Andrés que se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Sevilla y el Tránsito de San Isidoro, en el año 1613. Al año siguiente, 1614, ya clérigo, fue nombrado capellán real, por lo que en un par de años más se traslada a Madrid, buscando hacer carrera de pintor. Sin embargo y pese a sus diligencias no consiguió que se le otorgara el título de Pintor del Rey, por lo que regresó a Olivares. Sus últimos años los dedicó a su oficio religioso como canónigo de la Colegiata de Olivares y se conocen pocos datos de ese período. En 1625 murió, siendo enterrado en aquel lugar.

Estilo

El estilo pictórico de Roelas arranca de una supuesta formación italiana de la que no quedan datos documentales. Es seguro por su estilo que contactó con la Escuela veneciana, pues su colorido cálido y su sentido equilibrado de la composición hablan del Veronés y Tintoretto, cuyos lienzos debió ver in situ. Aprendido el estilo italianista del último Manierismo, Roelas introdujo efectos de luz a lo Bassano, que hacen fácilmente reconocible su obra. Al tiempo, se convertía en un estupendo retratista de la vida cotidiana, completando sus composiciones sobre temas sagrados con elementos absolutamente vulgares y de la vida diaria, que fueron muy criticados por otros pintores del momento (como Francisco Pacheco). Roelas supo mezclar la fuerza con la dulzura, añadiendo el estudio del natural, por lo que se le considera la transición entre el artificio del Manierismo y la realidad naturalista del primer Barroco español. También a él se debe el empleo generalizado de un determinado formato de cuadro de altar dividido en dos mitades yuxtapuestas, la mitad superior refleja el mundo divino, y la mitad inferior representa el mundo terrenal. Esta división es típicamente manierista, pues ya El Greco la había usado con gran destreza. Este reparto del lienzo tuvo mucho éxito en Andalucía, pero, pese a la genialidad de su estilo, la compleja mezcla de rasgos pictóricos hizo que su técnica ligera y diestra no sentara escuela en la región a pesar de sus no pocos discípulos, entre los que se encuentran el también sevillano Francisco Varela y el luxemburgués Pablo Legot. Juan de Roelas es un personaje muy importante en el tránsito del Manierismo romanista al Naturalismo tenebrista que anuncia el Barroco a principios del siglo XVII. Por su biografía se encuadra entre ambos siglos, XVI y XVII.

Obras

Época sevillana

·                     Circuncisión (1606)

·                     El Martirio de San Andrés (1610-1615) (Museo de Bellas Artes de Sevilla)

·                     Santiago en la batalla de Clavijo (1609)

·                     La Piedad (1609)

·                     La liberación de San Pedro (1612)

·                     El tránsito de San Isidoro (1613)

·                     Lactación de San Bernardo

·                     La venida del Espíritu Santo

Época madrileña (1616-1620)

·                     La resurrección de Santa Leocadia (1620) (Hospital del niño Jesús de Madrid)

·                     Alegoría de la Inmaculada